Señor, yo pido un huerto
Señor, yo pido un huerto en un rincón tranquilo
donde haya una quebrada con aguas abundantes
una casita humilde cubierta de campánulas,
y una mujer y un hijo que sean como Vos.
Yo quisiera vivir muchos años, sin odios,
y hacer como los ríos que humedecen la tierra
mis versos y mis actos frescos y de puros.
Señor, dadme un sendero con árboles y pájaros.
Yo deseo que nunca os llevéis a mi madre,
porque a mi me gustara cuidarla cual a un niño
y dormirla con besos, cuando ya viejecita
necesite del sol.
Quiero tener buen sueño, algunos pocos libros
un perro cariñoso que me salte a las piernas,
un rebaño de cabras, toda cosa silvestre,
y vivir de la tierra labrada por mis manos.
Salir a la campiña, y florecer en ella;
sentarme por la tarde, bajo el rústico alero,
a beber aire fresco y olorosa a montaña,
y hablarle a mi pequeño de las cosas humildes
Por la noche contarle algún cuento sencillo,
enseñarle a reír con la risa del agua
y dormirle pensando en que pueda, a la tarde,
guardar esa frescura de la hierba embebida;
y luego, al otro día, levantarme a la aurora
admirando la vida, bañarme en la quebrada,
ordeñar a mis cabras en la dicha del huerto,
y agregar una estrofa al poema del mundo.
Alfonso Guillén Zelaya
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